RABDOMIÓLISIS, LA ENFERMEDAD DE LOS QUE SE VIENEN MUY ARRIBA CON EL EJERCICIO

RABDOMIÓLISIS, LA ENFERMEDAD RELACIONADA CON LA SOBRECARGA DE EJERCICIO FÍSICO

Hacer deporte es realmente beneficioso, eso está claro. Tanto el ejercicio aeróbico como el de fuerza aportan multitud de beneficios para la salud, desde la reducción de enfermedades cardiovasculares y metabólicas hasta una gran mejoría de la calidad del sueño. Incluso se ha observado que el de fuerza, más allá de aumentar la masa muscular, puede contribuir a aumentar la esperanza de vida. Sin embargo, es importante realizar ese ejercicio físico con precaución, para evitar que, en vez de mejorar la salud, esta salga seriamente perjudicada. Pueden darse lesiones, eso lo sabemos bien. No obstante, también existen otros problemas aún más graves, como la rabdomiólisis.

Esta es básicamente una intoxicación generada por el daño muscular. Y es que, cuando los músculos se someten a demasiada presión, pueden dañarse, liberando al torrente sanguíneo sustancias tóxicas que normalmente se encuentran a buen recaudo en su interior. Por suerte, los riñones se encargan de limpiar esa sangre contaminada, pero llega un momento en que no dan abasto, de modo que pueden producirse efectos muy peligrosos, como el fallo renal. Casi literalmente, cuando se daña el músculo se abre una caja de Pandora y, si no se cierra a tiempo, las consecuencias pueden ser incluso mortales.

¿Qué puede provocar una rabdomiólisis?

En realidad, la rabdomiólisis puede ser desencadenada por cualquier daño muscular intenso, aunque su origen no esté relacionado con el ejercicio físico. Por ejemplo, puede deberse a ciertas congelaciones o quemaduras, en las que dicho tejido se ve alterado. También es posible que se genere por algunas enfermedades autoinmunes. Estas son afecciones en las que el sistema inmunitario, en vez de enfrentarse a patógenos o cuerpos extraños, se confunde y ataca a algún componente del propio organismo del paciente. Por ejemplo, en el caso de la tiroiditis de Hashimoto, el sistema inmunitario ataca a la glándula tiroides. Y en el de la artritis reumatoide, son las articulaciones las que se ven afectadas. La rabdomiólisis puede originarse por aquellas enfermedades autoinmunes en las que la confusión provoca daño en las células musculares. Es, por ejemplo, el caso de la dermatomiositis. Además, algunas infecciones pueden dañar también los músculos, liberando su tóxico contenido. Pero no solo las enfermedades autoinmunes pueden provocar rabdomiólisis. Esta intoxicación puede surgir de otras afecciones aparentemente más simples, como un golpe de calor.

Incluso puede producirse una rabdomiólisis por consumo de ciertas drogas. De hecho, en el pasado se han llegado a retirar del mercado algunos fármacos por generar este peligroso efecto secundario.

RABDOMIÓLISIS, LA ENFERMEDAD DE LOS QUE SE VIENEN MUY ARRIBA CON EL EJERCICIO

Pero, sin duda, el ejercicio físico muy intenso es una de las causas más comunes de la rabdomiólisis. Ocurre, por ejemplo, con los ejercicios típicos del CrossFit. Este es un deporte muy completo, pero también muy intenso. Debe realizarse de forma progresiva y con el seguimiento de entrenadores cualificados. Si no, podemos arriesgarnos a exponer el músculo a demasiada presión. No es algo habitual, pero sí que se han documentado algunos casos. Por ejemplo, en 2021 se registró el de una mujer de 31 años que fue diagnosticada con rabdomiólisis al buscar ayuda médica por un dolor muy intenso en las extremidades superiores, dos días después de un entrenamiento de CrossFit.

También puede ser peligroso realizar hasta la extenuación algunos ejercicios aeróbicos tan simples como correr o bailar. Incluso se han documentado casos de rabdomiólisis impulsada por los trajes de electroestimulación. Esto se debe a que no estimulan los músculos de una forma natural. Generalmente, nuestros músculos trabajan en pares. Mientras uno se contrae, su par se relaja para aliviar la tensión. Pero este tipo de trajes no imitan ese proceso. Por lo tanto, es habitual que lleven al músculo a extremos que acaban derivando en una rabdomiólisis.

¿Cómo se diagnostica?

La rabdomiólisis se trata inicialmente administrando grandes cantidades de líquido por vía intravenosa. De este modo se diluyen esas sustancias tóxicas que llegan en grandes cantidades a los riñones. Después, según la gravedad del caso, se pueden tomar otras medidas opcionales, como administrar calcio para prevenir los daños cardiovasculares.

RABDOMIÓLISIS, LA ENFERMEDAD DE LOS QUE SE VIENEN MUY ARRIBA CON EL EJERCICIO

En cualquier caso, el diagnóstico temprano es esencial, por lo que es importante que los pacientes que sufran un dolor fuera de lo normal después de un ejercicio muy intenso busquen ayuda. Además, otro signo de alerta es que su orina adquiera un color rojizo. No ocurre siempre, pero si se da el caso habría que acudir a urgencias cuanto antes. En caso de sospecha de rabdomiólisis, se suele realizar una analítica en la que se presta especial atención a la creatina fosfoquinasa. Esta proteína, involucrada en la contracción muscular, es una de las que se liberan del interior de las células musculares cuando las miofibrillas sufren daños. En caso de una rabdomiólisis, su concentración habitual se multiplica rápidamente por cinco. Por lo tanto, es un buen indicador. No obstante, hay otras sustancias que también se elevan en el torrente sanguíneo. Es, por ejemplo, el caso de la mioglobina, cuyo papel en el fallo renal es muy relevante.

Por otro lado, cabe destacar que los riñones no son nuestros únicos órganos detoxificantes. El hígado también tiene un papel importante en la eliminación de sustancias peligrosas de la sangre, por lo que es posible que se vea dañado en una rabdomiólisis. Esto hace necesario analizar otros parámetros como los niveles de alanina transaminasas. Si estas están elevadas, podemos estar ante un caso de daño hepático.

En definitiva, son muchos los parámetros que nos indican la presencia de una rabdomiólisis. Estos deben valorarse en su conjunto, pero eso es función del facultativo que se encargue de revisar la analítica. Lo que sí podemos hacer nosotros como usuarios es vigilar el deporte que realizamos. Suele decirse que no se puede echar a correr antes de aprender a andar. Es una metáfora aplicable a muchas facetas de la vida, pero en este caso es bastante literal. Ni correr antes de andar ni hacer CrossFit directamente desde el sofá. Es la mejor manera de obtener los múltiples beneficios del ejercicio físico, sin experimentar incidentes desagradables.

 

Autor: Azucena Martín Sevilla, Licenciada en Biotecnología